El Diego del básquet. El bahiense fue elegido dos veces para los NBA All-Star games. |
El NBA Emanuel Ginóbili es el mejor jugador de la historia del básquetbol argentino, tal es
su nivel que se lo ha llegado a comparar con el Dios del fútbol: Diego Armando
Maradona.
La entrega y el sentimiento a la camiseta albiceleste son los exponentes característicos de este alero, pero el punto
está en la cancha: los minutos finales, la definición. Así, como Maradona se
cargó al Napoli en su “lomo”, Ginóbili realiza lo mismo cuando su equipo
presenta dificultades a la hora de cerrar un punto, jugada o hasta partidos.
El furor
por “Manu” comenzó durante el Mundial Indianápolis 2002, torneo en el que el
bahiense comenzó a demostrar al mundo su don para jugar al básquet mientras
sufría una lesión en el tobillo que dificultó su tarea. Sin embargo, su broche
de oro fue en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. No obstante, la previa trayectoria a dichos certámenes lo encaminaban a su futuro, ya que poseía títulos en Europa: MVP en Italia; liga europea e italiana y copa italiana. En Argentina fue
nombrado el jugador de mayor valor en el Juego de las Promesas de 1997, pero no
había tenido la oportunidad de llegar a ser reconocido en cualquier parte del
planeta.
Como
insignia argentina, el menor de tres hermanos reflejó el fruto del esfuerzo
en el arribo al equipo texano San Antonio Spurs, en el que lograría tres anillos de NBA. Hoy el hombre nacido en 1977 es el referente del equipo junto a Tony Parker
y Tim Duncan, por lo mencionado anteriormente: entrega, pasión y sentimiento a su labor.
Estar a la
altura de Maradona, deportivamente opinando, no es broma. Significa que realizó la tarea de manera excelente, asomando la cabeza por arriba de
los demás sin perder humildad y amor por el deporte. A Diego lo identificaba su gambeta corta y
facilidad para dejar atrás cuanto adversario quisiese, ya fuera uno, dos o tres hombres que
lo marcasen. Por su parte, Ginóbili es símbolo de calidad ante el uno
contra uno, su frescura al volcar la pelota entre gigantes como si fuera parte de ellos,
manejar los hilos del equipo cuando el reloj aprieta el cuello y las aguas advierten mareas altas.
Eso es
Emanuel David Ginóbili, bandera Argentina, una estrella que se agradecerá toda
la historia por vestir los colores celeste y blanco, aquel que encestó de
palomita en los JJ.OO Atenas 2004 a instantes del final,
tomando revancha de la final de Indianápolis contra los serbios. Durante
Beijing 2008 fue el escolta del seleccionado dentro de la cancha, pero el
abanderado de la delegación en la ceremonia de apertura. Correr el riesgo es su meta. La adrenalina corre por sus venas, llevando básquet hacia todos sus sentidos. ¿Qué más se le puede
pedir?
Federico Alberto (@FedeAlbertOK)